¿Cómo elegir la placa de video correcta?
No cabe ninguna duda de que la placa de video de nuestra computadora es uno de los elementos que determinan cual será la performance general del sistema. Desde el más básico procesador de video, usualmente conocido como “Onboard” o “Video Integrado”, el cual toma la memoria necesaria de la RAM principal del sistema hasta las más completas y poderosas placas de video con mucha memoria, este componente juega un papel fundamental al momento de cronometrar una computadora.
En este sentido, sabemos que las placas de video “Onboard” son suficiente para la mayoría de las aplicaciones que emprenden los usuarios, sin embargo, será casi imposible ver videos en alta definición o jugar juegos muy pesados con ellas. Por este motivo, en el mercado existen infinidad de placas de video desarrolladas para otorgarnos la potencia necesaria para realizar cualquier tarea que implique el proceso pesado de video sin dificultad.
Sin embargo, elegir una placa de video no es una tarea sencilla, ya que podemos caer en el error de comprar por debajo de nuestras necesidades, motivados por el precio, o gastar una impresionante cantidad de dinero en una placa de video que usaremos al mínimo de su capacidad.
En este punto, la única manera de analizar bien la cuestión es sentarnos a pensar cuidadosamente para que usaremos la placa de video, y a partir de la conclusión, adquirir la placa que se ajuste a estos requerimientos.
¿Para qué voy a usar una placa de video?
Principalmente, existen dos campos en los cuales una placa de video se comportará mejor que la integrada en la motherboard. La reproducción de video y los juegos, y a partir de esta división el presupuesto quizás sea un problema.
En el caso de que sólo usemos una placa de video para la reproducción de video, aunque sea en alta definición, y algunos juegos no demasiado exigentes, una placa de video básica de 1 Gb. de RAM nos permitirá aprovecharnos de todas las ventajas que nos brinda la aceleración por hardware.
En cambio, si nos dedicamos a los juegos u otras actividades donde la calidad de imagen y la fluidez con que se muevan sean aspectos fundamentales, vamos a tener que respirar profundamente y comprobar cuánto dinero tenemos disponible en la cartera, ya que por lo general una placa pensada para el trabajo pesado suelen ser un tanto caras.
¿Qué papel juega la resolución y la RAM en la compra de una placa de video?
En este punto, el tamaño del monitor determinará el tipo de placa de video que debemos comprar, ya que a más grande la pantalla, más poderosa debe ser la placa, es decir que si disponemos de un monitor de 30 pulgadas, la placa de video debe estar a la altura para poder mover todos los pixeles con comodidad y aprovechar la resolución nativa del monitor, fundamental para obtener la mejor imagen.
En esto juega un papel fundamental la cantidad de RAM instalada en la placa de video. Generalmente se asocia la performance de una placa a través de la RAM que provee, lo que confunde al usuario insinuando que determinada placa de video con más RAM funcionará mejor que una con menos memoria.
Sin embargo esto no es tan así, ya que dicho en pocas palabras, la GPU de la placa es la que determina el rendimiento, de acuerdo a una serie de parámetros que incluyen la imagen que tiene que mostrar, la cantidad de núcleos que posee y otros aspectos técnicos, y mayor cantidad de RAM, si el procesador de la placa no lo utiliza, es inútil.
En este punto, la regla es simple, cuanto mayor sea la resolución de una imagen, más RAM consumirá. Por ejemplo, en el caso de estar jugando un juego utilizando una placa de video con 512 Mb. de RAM a través de un monitor de 1600 × 900, no deberíamos tener ningún problema con la reproducción, ya que la cantidad de RAM no excede los requerimientos necesarios.
Ahora si usamos esa misma placa, pero intentamos jugar un juego a una resolución de 1920 x 1080, la performance se degradaría al punto de ser injugable, y hasta incluso provocar problemas al resto del sistema, más aún si ajustamos los detalles de visualización del juego a un límite superior.
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